miércoles, 16 de octubre de 2013

Camino IV

La elección de la mochila

Merece la pena gastar dinero en una buena mochila. Es el caparazón del peregrino, la casa que lleva a cuestas. 

  • Su capacidad debería rondar entre los 40 y 50 litros. Cuanto más grande sea más pesará en vacío y más la llenaremos. Una vez llena no debería superar el 10% del peso del caminante que la porte. Por ejemplo, una persona de 70 kilos deberá cargar una mochila de entre 7 u 8 kilos. Todo el peso que rebase esta cifra pasará factura en forma de sobrecargas o contracturas musculares.
  • Sus costuras deben ser fuertes, las hombreras acolchadas, con refuerzo lumbar y correas ajustables para la cintura y el pecho. Debe contar con un sistema que permita su regulación según la altura de cada usuario. No hay que ir a la moda de los escolares y es fundamental ajustar las correas de forma que el peso descanse sobre la espalda y no tire de los hombros. La funda impermeable es imprescindible para cubrirla en días de lluvia. Muchas ya la traen pero algunas no cumplen bien su función y calan rápido, así que a veces interesa comprar una aparte más resistente. 
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